Leopoldo María Panero - El loco que acecha en el jardín
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LEOPOLDO MARÍA PANERO
EL LOCO QUE ACECHA A LA PUERTA DEL JARDÍN
ANTOLOGÍA POÉTICA
ENTREVISTA A LEOPOLDO MARÍA PANERO
por ÁNGELES LOPEZ
-Espero que no empieces la entrevista como todas: que si poeta maldito, que si puñetas...
-¿Le parece más acertado que le tilde de poeta terminal?
-Bueno... tampoco; pero mejor... Transgresor, heredero de las vanguardias europeas, que no sé por qué no funcionaron en . Soy el primer y último vanguardista español, sucesor de Rimbaud, Lautréamont, Blake, Bataille, Artaud, Baudelaire.
-¿Qué ha buscado, qué continúa buscando en el fondo del de la poesía?
-Con mis versos no busco más que reencontrarme a mí mismo (y pon de paso, que la psiquiatría es un crimen de lesa humanidad).
-Antonio Huerga (editor de Huerga y Fierro) me pidió que le trajera estos libros (le entrego diez ejemplares que corresponden a la reedición de su poemario «Teoría»).
-¡Qué alegría! Se los voy a vender a los locos del manicomio. Y otros, solamente unos pocos, los regalaré. será para la camarera del Burguer, que me deja leer todas las mañanas sin molestarme. Además es muy guapa. Oye, ¿me vas a pagar por esta entrevista?
-¿Qué está preparando ahora?
-Muchas cosas. En un psiquiátrico no puedes hacer más que leer y escribir. Aquí te das cuenta de que Kafka es un escritor realista. Estoy preparando para Anagrama un libro sobre la correspondencia que mantuvieron Artaud y Jacques Rivière.
-Pero, ¿ya lo tiene apalabrado con Jorge Herralde?
-No lo sé. Lo está moviendo mi agente. Pero sé que le gustará a Herralde y me lo publicará (por cierto, si conoces una agente literaria que quiera llevarme, dame su teléfono...). También está a punto de salir –para el año que viene, creo– un libro de poemas escritos a cuatro manos, junto con un amigo mío, Félix Caballero. Aunque es inédito es un grandísimo poeta. El libro se llama «Cadáver exquisito». Se lo he enviado a Valdemar (porque Ayuso desapareció, ¿no?). Y me haré un autoprólogo. Confío en que me manden galeradas. ¿Por qué ningún editor me manda las galeradas?... ¡Deben creer que soy una máquina de tricotar!
-¿Está satisfecho con la edición de «Esquizofrénica o la Balada de la lámpara Azul», que ha salido recientemente en Hiperión?
-Para empezar, no me gusta que me lean, porque no creo que la poesía sea comunicación. La comunicación, como decía Bataille, es el éxtasis y la risa, y la poesía es una enunciación perversa de la realidad...
-Si no quiere que le lean, ¿por qué sigue escribiendo?
-Te juro que si volviera a nacer no sería poeta. Bueno, tampoco elegiría a mis padres ni a mis hermanos, ni mi propia vida, siquiera. ¿Sabes lo que me gustaría ser?: chulo de putas (se ríe a carcajadas). No me estoy quedando contigo. Es que Faulkner decía que el segundo mejor oficio para un escritor era ser chulo... Porque así habría tiempo y tranquilidad para escribir.
-¿No me va a contestar qué le parece, leído objetivamente, «Esquizofrénica...»?
-Ahora que lo he leído editado, no me gusta del todo, ¿a que no sabes por qué?: ¡por el último poema! El último poema tiene la culpa. Releído, como un todo continuo, llegas a ese último poema y se rompe el ritmo; la esencia de todo el libro. Así es que, desde este instante, puedes decir que reniego de él.
-¿Está más satisfecho del poemario que saldrá en Huerga y Fierro, para primavera, «Poemas de la locura»?
-No lo llames poemario, llámalo libro. Y sí, lo estoy. Mucho más. Además, me llevarán para la feria, en junio. Me apetece ir a Madrid. Ahora, si lo piensas bien, no lo he escrito yo... ¡ha sido del hombre elefante!
-Bunbury y Carlos Ann, junto a José María Ponce y Carlos Galindo, acaban de publicar un libro-disco, en la editorial El Europeo, con sus poemas musicados e ilustraciones y fotografías, ¿le gusta el resultado?
-Oye, ese tal Ponce, era un director de cine porno, ¿no? Qué risa, ¡podía haberme ofrecido una peli!... La verdad es que me ha gustado. Está muy bien. Aunque yo sólo conozco a Bunbury. Vino a verme hace poco al manicomio, fuimos a comer, estuvimos mucho rato juntos. Es bonito lo que han hecho. Me gusta. Iré dentro de poco con él a Barcelona, a una presentación. Oye, ¡y Bunbury es guapísimo! Muy, muy guapo.
-¿Qué otras cosas está preparando?
-Irme de España, exiliarme a París. Si no lo consigo, me suicidaré. Aunque, bien pensado, estoy cometiendo un lento suicidio desde hace mucho tiempo... «Si me muero, dejad el balcón abierto», que diría Lorca.
-¿Qué tal se lleva con el resto de los internos del psiquiátrico?
-No me llevo; me defiendo de ellos, delirando y soñando. También escribiendo. Pero sabes, uno, el muy cabrón, tuvo envidia de mi gloria y me rompió la máquina de escribir con la que terminé el libro de Hiperión y el de Huerga. Ahora escribo en casa de mi amigo Félix.
(Hace una pausa entre su décima coca cola y su vigésimo pitillo. «Quiero dar un paseo». Accedo. Por el camino intento proseguir la entrevista pero él cae en un profundo autismo. «Vamos a parar un rato. Háblame tú, cuéntame cosas del mundillo editorial. Aquí no me entero de nada».)
-¿Qué quiere saber?
-¡Pues quién ha publicado, qué se cuece en Madrid...!
-Pues, por ejemplo, acaban de publicar: García Márquez, Marías, Trapiello... Atxaga lo hizo tras el verano. También se ha fallado el Premio Planeta que lo ha ganado Lucía Etxebarría...
-Me gusta como escribe Marías, es muy culto. Me gustaría que me enviara sus libros firmados; me haría mucha ilusión porque en el manicomio esas cosas se valoran mucho. También Trapiello, ha hecho algo sobre el Quijote, ¿no? Y Atxaga es un tipo estupendo, ¿sabes que iba a verme al manicomio de Mondragón? Era el único que iba. Los demás, ni se dignaron a llamarme, o a escribirme.... ¡nadie!
-Tampoco le llama o escribe Gimferrer, ¿no tienen ningún contacto?
-No. No sé nada de él desde hace siglos. Estará enfadado conmigo. Pero yo no sé qué he podido hacerle... Oye, ¿y el chileno ese que escribía tan bien?, murió ¿no?... Creo que estuvo detenido en el estadio de Santiago...
-¿Se refiere a Bolaño? Tengo entendido que volvió a Chile los primeros días del golpe y estuvo detenido. Unos policías, amigos de la infancia, le ayudaron a escapar. Y sí, murió. Ahora ha publicado un novelón póstumo, «2666».
-¡Me gustaría leerlo! ¿Tú puedes decirle a Herralde que me lo mande? Dale mi dirección. ¿Y Ferrero?, ¿murió?
-No. Ha publicado recientemente un poemario, «La noches rojas», y una novela sobre las Trece Rosas.
-Por favor, que me lo manden también, tú te encargas, ¿vale? Me gusta Ferrero. Te voy a enseñar ahora lo que estoy leyendo.
(Por fin veo el contenido de su bolsa roja. La despliega sobre la mesa y, uno a uno, me va mostrando, como si fueran cromos, su tesoro literario: «Poesía completa» de Claudio Rodríguez, «Poemas esenciales del simbolismo», «Diferencia y repetición» de Gilles Deleuze, «Fragmentos póstumos» de Nietzsche, «Lógica. La pregunta por la verdad», Heidegger... Los guarda canturreando «Perlas ensangrentadas», de Alaska y Dinarama)
-Oye, ¿Berlanga murió?
-Carlos Berlanga, sí.
-No, me refiero a Jorge. Jorge es muy amigo mío. Aunque hace mucho que no sé nada de él, es un amigo. Dile que me llame. También soy muy amigo de su padre. Su película «Todos a la cárcel» es una obra maestra.
-Me ha enseñado el libro de Claudio Rodríguez, ¿a qué otros poetas españoles lee?
-Yo no leo a mis contemporáneos, debería contestarte. Pero la verdad es que de los vivos me interesa Félix de Azúa, Antonio Colinas, sobre todo su libro «Sepulcro en Tarquinia». De Gimferrer lo que me gusta es «La muerte en Beverly Hills» y su poesía en catalán, lo demás es un poco cursi. También leo a Gamoneda, a Juan Gelman... Lo que no me gusta es leer a los jóvenes. Bueno, a Blanca Andreu sí la he leído. No me llevo bien con ella, pero me gusta. Pero lo que más me interesa en español es el barroco: Góngora, Quevedo no tanto. Juan de Jáuregui, los Argensola, el conde de Villamediana... Un poco Cernuda, unas gotas de Lorca, me gustan sobre todo los «Sonetos del amor oscuro», y nada «Poeta en Nueva York». Pero lo que de verdad me conmueve es la poesía norteamericana moderna (Allan Tate, Marianne Moore...), pero no la poesía beat (Ferlingetti y todos esos). No me gusta la poesía conversacional. Hay dos líneas en la poesía norteamericana: la que viene de Whitman, coloquial y prosaica, y la que viene de Poe, esteticista y perfecta. Ésta es la que me interesa a mí. Y de la que me siento heredero.
-Y ahora, hacia dónde cree que va la poesía?
-Después de Pound en poesía, como de Joyce en novela, se ha terminado la literatura y sólo queda un libro por interpretar: el Apocalipsis. Todo lenguaje es un sistema de citas. Toda escritura es palimpsesto.
-Sigue pensando que la poesía demuestra que la locura existe?
-Yo seré un monstruo, pero te juro que no estoy loco.
-He leído que de pequeño fue un niño autista...
-Sí, como Einstein, ¿no? Pensaba que el mundo había sido hecho para hacerme daño. A los cuatro años, como no sabía escribir, le dictaba los poemas a mi madre (porque lo cierto es que escribo desde que puedo recordar): «Y mi corazón temblaba / pero era un sueño / y fueron muriendo muchos soldados de la guardia del Rey / pero mi corazón seguía temblando». Eran poemas perfectos, como de Wallace Stevens. A Dámaso Alonso le gustaron mucho. Mis padres estaban aterrorizados. Pero hablar, no hablaba. ¿Y sabes por qué? Porque me avergüenza la desnudez, siempre me ha avergonzado... ¡Y hablar es desnudarse! Por eso no me comunicaba. Por eso, y porque intuía que si hablaba, mi padre notaría que era maricón.
-Sé que no le gusta, pero... ¿qué recuerdos guarda de su padre?
(Se levanta para ir al baño por novena vez. Vuelve con poco ánimo de responder a esta pregunta. Debo repetírsela tres veces antes de lograr que responda)
-Mi padre era Dios, era la fe (adopta un tono de beatitud). De pequeño, me arrodillaba para rezarle. Yo soy un poema de mi padre... (de modo brusco, da un golpe en la mesa) ¡Que en mala gloria esté!... Si tu supieras los palizones que me daba. No quiero hablar más de él, no quiero hablar de él.
-Y de sus hermanos, ¿podemos hablar de ellos?
(Vuelve a marcharse al baño. Cada vez que quiere eludir una pregunta, lo hace. O eructa. O pide otra coca-cola, por ver si elude aquello que no quiere responder... Cuando regresa, insisto.)
-Dicen que Michi murió sin atreverse a publicar en serio. Sólo hacía tímidos intentos, coqueteaba con el mundo editorial, escribía cuentos que guardaban sus amigos... ¿No cree que estaba abrumado por su genialidad?
-Sí. Leí sus cuentos en una revista. No me parecen ni buenos ni malos. (Hace una interminable pausa) Michi, que descanse en paz. Pero era un hijo de perra. Antes de morirse, vendió todo lo que había en la biblioteca de la familia. Auténticas joyas, como los libros de poesía provenzal.
-¿Y Juan Luis?
-Mi hermano Juan Luis es una mala persona, pero un buen poeta. Casi tan bueno como yo. Otro que no viene a verme... ¡Si me sigues hablando de mi familia me levanto y me voy!
-¿A qué tiene miedo, Leopoldo?
-A la soledad, muchísimo. Me aterra.
-Pero nunca está solo...
-Te equivocas. Lo estoy siempre; lo he estado desde que nací.
-¿Cuál fue la época en la que se sintió más acompañado, la etapa más feliz de su vida?
-La época más feliz de mi vida fue la de los novísimos, que ya sabes que eso fue un invento de Gimferrer. Los años en los que conocí a Gimferrer y a Ignacio Prat. Lo malo vino con un intento de suicidio. Estaba en una pensión de Barcelona y entró la señora de la casa, me vio con las pastillas al lado y me dijo: «¿Pero va usted a hacer lo mismo que Marilyn Monroe?». Me fui a la calle y en la puerta me encontraron en coma. Luego llegó todo el periplo de los manicomios, que me destruyeron más que el alcohol barato que bebía. Oye, ahora que lo pienso, ¿por qué no aceptaron a Terenci Moix en los novísimos? No me lo explico, porque en el fondo, aunque novelista, era un poeta.
-Y ahora, ¿qué le motiva, en qué cree?
-En la poesía técnicamente bien escrita. En la del propio Mallarmé, por ejemplo. Lo sigo leyendo a diario. Tengo varias ediciones de su obra.
Continuamos sentados. Yo hablando; callando, bebiendo y fumando, él. A medida que anochece, Leopoldo María Panero cae en un profundo autismo, tal vez a causa de la medicación o puede que se deba a un súbito hastío del que es imposible arrancarle. Llegado el momento de las despedidas, tras estamparme dos fríos besos, me sujeta fuerte del brazo para decirme –que es advertirme–:
-Quiero que termines con una cita de Yeats, que resume todo lo que hemos hablado: «¿Y qué? Dijo el fantasma de Platón... Muchos me preguntan que es la fama»
EL QUE ACECHA EN EL UMBRAL
a Inés Alcoba.
Si la beauté n’etait la mort
Toda belleza por el cadáver pasa
y se limpia en el río de la muerte, el Ganges
que a los inmortales conduce
toda mujer
se transfigura en la tumba y adorna
en el eterno peligro de la nada
así, querida
sabrás muriendo lo que es el Adorno
y te adorarán los pulgones y aplaudirán las ranas
de ellas compuesto el canto eterno de la nada
oh, tú, hermana
llena con tu cántico mi noche
de tu susurro delgada hermana
de tu sollozo
que la nada devora
Sabiendo así lo que es el Adorno
las chotacabras avisan su Llegada
LAMED WUFNIK
Yo soy un lamed wufnik
sin mí el universo es nada
las cabezas de los hombres
son como sucios pozos negros
yo soy un maed wufnik
sin mí el universo es nada
dios llora en mis hombros
el dolor del universo, las flechas
que le clavan los hombres
yo soy un lamed wufnik
sin mí el universo es nada
le conté un día a un árabe
oscuro, mientras dormía
esta historia de mi vida
y dijo “Tú eres un lamed wufnik”
sin ti Dios es pura nada
EL LOCO MIRANDO DESDE LA PUERTA DEL JARDÍN
Hombre normal que por un momento
cruzas tu vida con la del esperpento
has de saber que no fue por matar al pelícano
sino por nada por lo que yazgo aquí entre otros sepulcros
y que a nada sino al azar y a ninguna voluntad sagrada
de demonio o de dios debo mi ruina
DÉRISOIRES MARTYRS...
(STÉPHANE MALLARMÉ)
En el obscuro jardín del manicomio
Los locos maldicen a los hombres
Las ratas afloran a la Cloaca Superior
Buscando el beso de los Dementes.
Un loco tocado de la maldición del cielo
Canta humillado en una esquina
Sus canciones hablan de ángeles y cosas
Que cuestan la vida al ojo humano
La vida se pudre a sus pies como una rosa
Y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
Una Princesa.
Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
Y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa
Mañana morirá otro loco:
De la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
Sabrá mañana nada.
El loquero sabe el sabor de mi orina
Y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
Ello prueba que el destino de las ratas
Es semejante al destino de los hombres.
LA POESÍA ES EL DESTINO DE LA LÁGRIMA…
La poesía es el destino de la lágrima
como un vómito enredado a otro vómito
como el árbol del saber
como el silencio en que se halla la noche
buscando locamente lo que excede al ser
la nada en que me buscas
el desierto y la flor.
PATA DE MONO
De lo negro sale el poema
de los pozos del alma inconfesables.
Y la virgen acaricia la cruz
con dedos húmedos de excremento
y es como si un espectro terrible yaciera
aún entre mis dedos
que escriben la página.
LA CUÁDRUPLE FORMA DE LA NADA
Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.
ÉRASE UNA VEZ
Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.
EL LOCO
He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.
EL LAMENTO DE JOSÉ DE ARIMATEA
No soporto la voz humana,
mujer, tapa los gritos del
mercado y que no vuelva
a nosotros la memoria del
hijo que nació de tu vientre.
No hay más corona de
espinas que los recuerdos
que se clavan en la carne
y hacen aullar como
aullaban
en el Gólgota los dos ladrones.
Mujer,
no te arrodilles más ante
tu hijo muerto.
Bésame en los labios
como nunca hiciste
y olvida el nombre
maldito de
Jesucristo.
Así arderá tu cuerpo
y del Sabbath quedará
tan sólo una lágrima
y tu aullido.
UNAS PALABRAS PARA PETER PAN
"No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y... Wendy se levantó y encendió la luz: él lanzó un grito de dolor..."
(James Matthew Barrie)
Pero conoceremos otras primaveras, cruzarán el cielo otros nombres -Jane, Margaret-. El desvío en la ruta, la visita a la Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo otros nombres hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la señora Darling (el barco pirata naufraga, Campanilla cae al suelo sin un grito, los Niños Extraviados vuelven el rostro a sus esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado saluda cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar el té a las cinco). Las pieles de animales, el polvo mágico que necesitaba de la complicidad de un pensamiento, es puesto tras de la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n° 14 de una calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende. Usted lleva razón, señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí Wendy, Jane, Margaret y los Niños Extraviados. No hay nada detrás del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo estaba previsto, todos ellos acudirán puntualmente a las cinco, nadie faltará a la mesa. Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a Jane, los Piratas a Margaret.
Peter Pan no existe. «Peter Pan, ¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas, nos ayudará, nos servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana.
Wendy, Wendy Darling. Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling, Peter Pan no es más que un nombre, un nombre más para pronunciar a solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya de retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo apagado por la noche: todo está en orden, tranquilícese, señor Darling.
UN LOCO TOCADO DE LA MALDICIÓN DEL CIELO
Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una princesa.
UN ASESINO EN LAS CALLES
No mataré ya más, porque los hombres sólo
son números y letras de mi agenda
e intervalos sin habla, descarga de los ojos
de vez en vez, cuando el sepulcro se abre
perdonando otra vez el pecado de la vida.
No mataré ya más las borrosas figuras
que esclavas de lo absurdo avanzan por la calle
agarradas al tiempo como a oscura certeza
sin salida o respuesta, como para la risa
tan sólo de los dioses, o la lágrima seca
de un sentido que no hay, y de unos ojos muertos
que el desierto atraviesan sin demandar ya nada
sin pedir ya más muertos ni más cruces al cielo
que aquello, oh Dios lo sabe, aquella sangre era
para jugar tan sólo.
SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
Los hombres del Viet son tan hermosos cuando mueren.
El agua del río, lamiendo sus piernas, hacía más sexual
su ruina.
Luego vinieron las Grandes Lluvias, buscando
la vagina hambrienta de la selva, y todo lo borraron.
Quedó sólo en los labios la sed e la batalla, para nada,
como baba que cae de la boca sin cerebro.
Hoy
que en el lecho sin árboles ni hojas
con tu lengua deshojas el árbol de mi sexo
y cae toda la noche el semen como lluvia
y cae toda la noche el semen como lluvia, dime
besando suavemente el túnel de mi ano
cueva de la anaconda que aún me marca
los ritmos de la vida, qué era, qué es
qué es un cadáver.
REQUIEM
Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
En la cena de los hombres quién sabe si mi nombre
algo aún será: ceniza en la mesa
o alimento para el vino.
Los bárbaros no miran a los ojos cuando hablan.
Como una mujer al fondo del recuerdo
yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
PROYECTO DE UN BESO
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
Te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra.
Te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde.
Te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra.
Te mataré mañana cuando la luna salga,
y al salir de aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación.
Te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida.
Te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas.
Te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT
A mi tía Margot
Se diría que está aún en la balaustra del balcón
mirando a nadie, llorando,
Se diría que eres aún visto como siempre
que eres aún en la tierra un niño difunto.
Se diría, se arriesga
el poema por alguien
como un disparo de pistola,
en la noche, en la noche sembrada
de ojos desiertos, los ojos solos
de monstruos. Todos nosotros somos
niños muertos, clavados en la balaustra como por encanto,
como sólo saben esperar los muertos.
Se diría que has muerto y eres alguien por fin,
un retrato en la pared de los muertos,
un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.
Pero a nadie le importan los niños, los muertos,
a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,
y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos,
abrir los ojos hoy,
mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes,
héroes en los ojos
de un cine desesperado, y los dioses que matan a los
hombres feroces,
los dioses más feroces que los hombres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas que se alimentan de ciegos
y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,
si hombres hay, homicida. Pero aventura no hay, lo sabes,
más que por alguien, para alguien, como un poema,
como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello
por lo que no hay infancia en el país desierto. Por ello también
por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,
y esa mudez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue como el puente de Eliot,
como un puente de muertos o un flujo
de sombras que se cogen
de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y viven.
Esa vida de la que hablan
en el infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
Una basta tragedia que hacen
por navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,
desde entonces, desde el día primero
en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,
desde que no hay tiempo sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.
Quien es visto o quien cae en ese río sordo
es lo mismo, es un muerto
que se levanta día tras día para
mendigar la mirada.
Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.
PARIS SIN EL ESTEREOSCOPIO
recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba y echó a su hija de casa y se oían los gritos y luego él tiró sus muñecas al patio porque ella todavía conservaba sus muñecas y allí estuvieron entre toda aquella basura y las miramos que no se movían y ya no se oían los gritos hasta que se hizo de noche y luego el portero debió de recogerlas a la mañana siguiente algunas sin brazos las estuvimos mirando toda la tarde mientras iban perdiendo forma hasta que oscureció y no pudimos verlas y luego cuando me desperté a medianoche pensé «ya no queda nadie para vigilarlas»
ORA ET LABORA
Señor, largo tiempo llevo tus restos en el cuello y aún
en mi boca sola, y me arrodillo ante las tardes
y en rezo me evaporo,
como si fuera mi casa la ceniza.
Es
como si no existo, como si el rezo
pidiera a los dioses la limosna de mi nombre
ante la tarde entera.
Nunca supe lo que el cielo era:
quizá la tarde, tal vez
amar más que ninguno
a mi madre, la ceniza.
¡Oh espía!
De mi aparta tu ojo, hice un voto
haz secreta mi muerte.
NU(N)CA
Vi cuatro mujeres luchando por los senos de un muerto,
vi cuatro mujeres luchando solas, más tarde,
por la posesión del soplo
y disputando con sus uñas feroces por el Abel Garmín que
abandonaba feliz aquellos huesos.
Hay cuatro mujeres que robaron mi fetidez sensible
y mi podredumbre en el cadáver que aún respiraba
lentamente dejando
salir de allí mi alma con su pedo.
Y esos cuatro seres aguardan ahora el resto
sanguinolento de mi espíritu
y habito para siempre en la carnicería de sus bocas
y día a día bajo del nido de sus nalgas
para saber entero en lo insensible del tiempo
cuál era el sentido que no aprendí del cielo
como cae debajo la palabra nunca.
NECROFILIA
(prosa)
El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.
MUTIS
Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: "hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve"
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.
MARQUÉS DE SADE
Murió en Sicilia, a la edad de veintisiete años
un nombre y la apariencia de un cuerpo
(sin alma en el cuerpo moría en juego rojo
espuma por la boca, húmedos sonidos
y una calavera presa entre las sábanas
el tema punzante resistiendo a la palabra
y expresado como silencio, como vacío en el texto
hinchazones, crepúsculos sobre la cama
mientras se desvanece el falo en una embriaguez de plomo.
LA POESÍA DESTRUYE AL HOMBRE...
La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruido por la poesía.
LA MALDAD NACE DE LA SUPRESIÓN HIPÓCRITA DEL GOZO
Una cucaracha recorre el jardín húmedo
de mi chambre y circula por entre las botellas
vacías:
la miro a los ojos y veo tus dos ojos
azules, madre mía.
Y cantas, cantas por las noches parecida a la locura,
velas
con tu maldición para que no me caiga dormido,
para que no me olvide
y esté despierto para siempre frente a tus
dos ojos
azules, madre mía.
LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPI
(Canción pirata)
Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
- ginebra y cerveza, por ejemplo -
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en "Dulce pájaro de juventud"
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre "Le livre des masques" de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
LA ALUCINACIÓN DE UNA MANO, O LA ESPERANZA PÓSTUMA Y ABSURDA EN LA CARIDAD DE LA NOCHE
A Isa-belle Bonet
«Todo el bienestar del mundo
lo encuentro en Suleika
cuando la achucho un poco
me siento digno de mí mismo;
si me dejara -perdería los ojos.»
(Goethe)
Una mujer se acercó a mí y en sus ojos
vi todos mis amores derruidos
y me asombró que alguien amase aún el cadáver,
alguien como esa mujer cuyo susurro
repetía en la noche el eco de todos mis amores aplastados
y me asombró que alguien lamiese en las costras todavía
tercamente la sustancia que fue oro,
aquello que el tiempo purificó en nada.
Y la vi como quien ve sin creerla
en el desierto la sombra de un agua,
la amé sin atreverme a creerlo.
Y la ofrecí entonces mi cerebro desnudo,
obsceno como un sapo, obsceno como la vida,
como la paz que para nada sirve
animándola a que día tras día lo tocase
suavemente con su lengua repitiendo
así una ceremonia cuyo sentido único
es que olvidarlo es sagrado.
INFIERNO Y PARAÍSO
«allá estará también la castañera
de ocho pares,
y el humo de los céntimos, y el vaho en los bolsillos»
(Leopoldo Panero)
Pero no sólo los mendigos, padre, van al paraíso
van también aquellos que aun más asco dan
también estos mendigos del ser que acezan
a la puerta del manicomio
esas caricaturas humanas, tal como esta
que Alicia se piensa en el
jardín no
humano de las flores
y quisiera destruir el universo
porque si hay algún monstruo, éste es la desgracia
y la única injusticia que existe es la injusticia evidente
y si hay alguna moral, ésta es la moral del desastre.
HEMBRA
Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.
HAY RESTOS DE MI FIGURA Y LADRA UN PERRO...
Hay restos de mi figura y ladra un perro.
Me estremece el espejo: la persona, la máscara
es ya máscara de nada.
Como un yelmo en la noche antigua
una armadura sin nadie
así es mi yo un andrajo al que viste un nombre.
Dime ahora, payo al que llaman España
si ha valido la pena destruirme
bañando con tu inmundo esperma mi figura.
Tus ángeles orinan sobre mí.
San Pedro y San Rafael
en una esquina comentan
mientras avanzo borracho
sobre esa piedra, payo,
que llaman España.
GLOSA A UN EPITAFIO
(carta al padre)
«And fish to catch regeneration»
(Samuel Butler)
Solos tú y yo, e irremediablemente
unidos por la muerte: torturados aún por
fantasmas que dejamos con torpeza
arañarnos el cuerpo y luchar por los despojos
del sudario, pero ambos muertos, y seguros
de nuestra muerte; dejando al espectro proseguir en vano
con el turbio negocio de los datos: mudo,
el cuerpo, ese impostor en el retrato, y los dos siguiendo
ese otro juego del alma que ya a nada responde,
que lucha con su sombra en el espejo-solos,
caídos frente a él y viendo
detrás del cristal la vida como lluvia, tras del cristal asombrados
por los demás, por aquellos-Vous etes combien? que nos sobreviven
y dicen conocernos, y nos llaman
por nuestro nombre grotesco, ¡ah el sórdido, el
viscoso templo de lo humano! Y sin embargo
solos los dos, y unidos por el frío
que apenas roza brillante envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra, solos los dos, y amándonos
sobre el lecho de la pausa, como se aman los muertos
«amó», dijiste, autorizado por la muerte
porque sabías de ti como de una tercera persona
bebió dijiste, porque Dios estaba (Pound dixit)
en tu vaso de whiski
amo bebió, dijiste, pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal inválido te avisa
que con armas nuestra muerte florece
para ti que sólo
sabías de la muerte. Aquí
¿debajo o por encima?
de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
dolor sobrenatural de los edificios desnudos
¿en qué perspectiva
-dime- acoger la muerte?
en la mesa de disección
tú que danzaste
enloquecido en la plaza desierta
tropezando
hiriéndote las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas muertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
no quiero errar en la mitología
de ese nombre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo hermanos de una invasión de lo imposible
y tus pasos repiten el eco de los míos en un largo
corredor donde
retrocedo infatigable, sin
jamás moverme
¡ah los hermanos, los hermanos invisibles que florecen,
en el Terror! ¡Ah los hermanos, los hermanos que se defienden
inútilmente de la luz del mundo con las manos,
que se guardan del mundo por el Miedo, y cultivan en la sombra
de su huerto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ruin mundo de los vivos! ¡Ah los hermanos,
Y el ave,
el ave que vuela sobre el mundo en llamas, diciendo sólo
a los mortales que se agitan debajo, diciendo
sólo: ABISMO, ABISMO!
Abismo, sí, tibia guarida
de nuestro amor de hermanos, padre.
¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
-como hiedramerlín como niñadecabezacortada como
mujermurciélago la niña que ya es árbol-
crecen hojas
en la foto, y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra madre Muerte, madre
de nuestro rezo
florecen los muertos florecen
unidos acaso por el sudor helado
muerto de muchas cabezas hambrientas de los vivos
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
¡ira
de la piedra, ira que a la realidad insulta,
que apalea
a la cabaña torpe de la mentira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprema de lo mudo!
(te esperamos
en la delgada orilla de lo que cae, en el prado
nocturno que atraviesan lentos
los elefantes
percibís el frío
la
conspiración de las algas,
gelatina, escamas, mano
que sobresale de la tumba
manos que surgen de la tierra como tallos
surcos arados por la muerte,
cabezas de ahorcados que echan flor:
decapitados que dialogan
a la luz decreciente de las velas,
¡oh quién nos traerá la rima
la música, el sonido que rompa la campana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la música del beso!
De ese beso, final, padre, en
que
desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú mi amada
EVE
(Vida y mujer en hebreo, y en inglés, víspera)
A Mercedes,
por el hilo que la une al secreto
Porque hiciste mi gesto eterno supe
que eras la muerte: porque ella sólo podía
amarme si no había
hombres para mí, vivos:
sólo ella podía amarme:
y supe también que tú eras
la muerte, y que me amabas.
El rostro de la Humanidad era
para mí el de nadie: como para ella,
como para ti: eres negra y no quieres
nada de lo que vive y no sabe
hasta morir que te desea.
Y vi a través de ti, cómo surgían
y surgen cabezas de la tierra helada:
cabezas, yelmos, corazas, espadas
es el fruto que cosecha la tierra en este a ño
que tanto recuerda al Último, al siguiente,
y me amaste porque yo lo veía, porque
veía crecer ya en el huerto el fruto
monstruoso que incorporaba en sí
todo dolor e injusticia y desastre
y me dijiste: «He aquí mi primer hijo
yo que nada sabía del ridículo gesto
de nacer» y agregaste:
«Este reirá de todo,
y lo encenagará todo con
el veneno de su risa mortal:
cuando no haya nadie
que recuerde cómo se reía, este reirá»
Y te reíste de mí, como mi madre
al ver que yo había nacido de ella.
Tan inmenso
era el frío en las ciudades
que algunos sabían que no era locura
ni es, creer que caerán sobre mí
o seré yo el que caiga al morir sobre tu cuerpo.
Pero en el frío crecían
seguían creciendo -la peor de las alfombras de césped
los huesos y la carne de los soldados
que crecían sobre la tierra helada. Y me dijiste
«ellos no tendrán miedo, porque están
muertos, lo mismo que tú que me amas,
a mí que soy negra
como la vida e hice una piedra de tu gesto»
Y los muertos brotaban sobre la tierra húmeda
-cabezas, yelmos, corazas y espadas
porque la Muerte se había hecho vida.
Y pregunté
-te pregunté entonces-: «Será mi alma buen
alimento para perros?»
Y contestaste: «no esperes
que ella sirva para otra cosa: aquella
fue creada
y pensada lo mismo que tu cuerpo y huesos para
nutrición de los perros finales -lo mismo
que tu palabra. «Y ¿nada he de esperar?» «Nada»
Y vi como espadas y corazas y yelmos
surgían sobre el campo más yermo.
Y me olvidé.
EL ÚLTIMO ESPEJO
Inspirado en una pesadilla
que tuvo por nombre «Marava Domínguez Torán»
Todo aquel que atraviesa el corredor del Miedo
llega fatalmente al Último Espejo
donde una mujer abrazada a tu esqueleto nos muestra
cara a cara el infierno de los ojos sellados
de los ojos cerrados para siempre como en una máscara
de muerta representando en el más allá el teatro último:
así miré yo a los ojos que borraron mi alma
así he mirado yo un día que no existe en el Último Espejo
EL NOI DEL SUCRE
Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.
Tengo al niño, al niño bobo, como parado
en Dios, en un dios que no sabe
sino amar y llorar, llorar por las noches
por los niños, por los niños de falo
dulce, y suave de tocar, como la noche.
Tengo a un idiota de pie sobre una plaza
mirando y dejándose mirar, dejándose
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.
EL LOCO AL QUE LLAMAN REY
Bufón soy y mimo al hombre en esta escalera cerrada
con peces muertos en sus peldaños
y una sirena ahogada en mi mano que enseño
mudo a los viandantes pidiendo
como el poeta limosna
mano de la asfixia que acaricia tu mano
en el umbral que me une al hombre
que pasa a la distancia de un corcel
y cándido sella el pacto
sin saber que naufraga en la página virgen
en el vértice de la línea, en la nada
cuel de la rosa demacrada donde
no estoy yo ni está el hombre.
EL LAMENTO DEL VAMPIRO
Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.
EL CIRCO
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.
Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
DIARIO DE UN SEDUCTOR
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
si no ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
DEDICATORIA
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
CUANDO CANSADO DESDE EL LECHO...
Cuando cansado desde el lecho, me
levanto a mirarte,
Juvencio, y otra vez
el cansancio reencuentro
de nuevo pienso en Cieno que los ojos de semen
sin cansarse cegaba; y cuando una vez solo
miro vacía la cama
como siempre lo estuvo
recuerdo
el látigo aun, con la última fuerza.
BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos.
Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
ARS MAGNA
Qué es la magia, preguntas
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada
y volviendo solo a la habitación.
AMANECER SOBRE LA TUMBA
En la playa de la noche
mostraba mis ojos a las sirenas
que jugaban impunemente con mi pene
con el falo que en el lecho maloliente
deshacen los sueños y cae la piedra
del pensamiento al suelo.
A CLAUDIO RODRÍGUEZ
A Claudio Rodríguez, recordando el día en que, con un cigarrillo temblándole en los labios, me dijo, en el Drugstore de Fuencarral, «a esta gente hay que ganarla».
Aun cuando tejí mi armadura de acero
el terror en mis ojos muertos.
Aun cuando con mano blanca y nula
hice de silencio tus orines
y la nieve cae aún sobre mi cuerpo
pese a ello se impone un silencio aún más hondo
a los clavos que habían horadado mi cráneo:
aun cuando sean huesos quizá lo que no tiembla
aun cuando el musgo concluye mi pecho
el terror remueve las cuencas vacías.
20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO
Como un hilo o aguja que casi no se siente
como un débil cristal herido por el fuego
como un lago en que ahora es dulce sumergirse
oh esta paz que de pronto cruza mis dientes
este abrazo de las profundidades
luz lejana que me llega a través de la inmensa lonja de la catedral desierta
quién pudiera quebrar estos barrotes como espigas
dejad me descansar en este silencioso rostro que nada exige
dejadme esperar el iceberg que cruza callado el mar sin luna
dejad que mi beso resbale sobre su cuerpo helado
cuando alcance la orilla en que sólo la espera es posible
oh dejadme besar este humo que se deshace
este mundo que me acoge sin preguntarme nada este
mundo de titíes disecados
morir en brazos de la niebla
morir sí, aquí, donde todo es nieve o silencio
que mi pecho ardiente expire tras de un beso a lo que es sólo aire
más allá el viento es una guitarra poderosa pero él no nos llama
dejadme entonces besar este astro apagado traspasar el espejo
y llegar así adonde ni siquiera el suspiro es posible
donde sólo unos labios inmóviles ya no dicen o sueñan
y recorrer así este inmenso Museo de Cera deteniéndome por ejemplo en las plumas recién nacidas
o en el instante en que la luz deslumbra a la crisálida
y algo más tarde la luna y los susurros
y examinar después los labios que fulgen
cuando dos cuerpos se unen formando una estrella
y cerrar por fin los ojos cuando la mariposa próxima a caer sobre la
tierra sorda quiere en vano volver sus alas hacia lo verde
que ahora la desconoce
[
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-Espero que no empieces la entrevista como todas: que si poeta maldito, que si puñetas...
-¿Le parece más acertado que le tilde de poeta terminal?
-Bueno... tampoco; pero mejor... Transgresor, heredero de las vanguardias europeas, que no sé por qué no funcionaron en . Soy el primer y último vanguardista español, sucesor de Rimbaud, Lautréamont, Blake, Bataille, Artaud, Baudelaire.
-¿Qué ha buscado, qué continúa buscando en el fondo del de la poesía?
-Con mis versos no busco más que reencontrarme a mí mismo (y pon de paso, que la psiquiatría es un crimen de lesa humanidad).
-Antonio Huerga (editor de Huerga y Fierro) me pidió que le trajera estos libros (le entrego diez ejemplares que corresponden a la reedición de su poemario «Teoría»).
-¡Qué alegría! Se los voy a vender a los locos del manicomio. Y otros, solamente unos pocos, los regalaré. será para la camarera del Burguer, que me deja leer todas las mañanas sin molestarme. Además es muy guapa. Oye, ¿me vas a pagar por esta entrevista?
-¿Qué está preparando ahora?
-Muchas cosas. En un psiquiátrico no puedes hacer más que leer y escribir. Aquí te das cuenta de que Kafka es un escritor realista. Estoy preparando para Anagrama un libro sobre la correspondencia que mantuvieron Artaud y Jacques Rivière.
-Pero, ¿ya lo tiene apalabrado con Jorge Herralde?
-No lo sé. Lo está moviendo mi agente. Pero sé que le gustará a Herralde y me lo publicará (por cierto, si conoces una agente literaria que quiera llevarme, dame su teléfono...). También está a punto de salir –para el año que viene, creo– un libro de poemas escritos a cuatro manos, junto con un amigo mío, Félix Caballero. Aunque es inédito es un grandísimo poeta. El libro se llama «Cadáver exquisito». Se lo he enviado a Valdemar (porque Ayuso desapareció, ¿no?). Y me haré un autoprólogo. Confío en que me manden galeradas. ¿Por qué ningún editor me manda las galeradas?... ¡Deben creer que soy una máquina de tricotar!
-¿Está satisfecho con la edición de «Esquizofrénica o la Balada de la lámpara Azul», que ha salido recientemente en Hiperión?
-Para empezar, no me gusta que me lean, porque no creo que la poesía sea comunicación. La comunicación, como decía Bataille, es el éxtasis y la risa, y la poesía es una enunciación perversa de la realidad...
-Si no quiere que le lean, ¿por qué sigue escribiendo?
-Te juro que si volviera a nacer no sería poeta. Bueno, tampoco elegiría a mis padres ni a mis hermanos, ni mi propia vida, siquiera. ¿Sabes lo que me gustaría ser?: chulo de putas (se ríe a carcajadas). No me estoy quedando contigo. Es que Faulkner decía que el segundo mejor oficio para un escritor era ser chulo... Porque así habría tiempo y tranquilidad para escribir.
-¿No me va a contestar qué le parece, leído objetivamente, «Esquizofrénica...»?
-Ahora que lo he leído editado, no me gusta del todo, ¿a que no sabes por qué?: ¡por el último poema! El último poema tiene la culpa. Releído, como un todo continuo, llegas a ese último poema y se rompe el ritmo; la esencia de todo el libro. Así es que, desde este instante, puedes decir que reniego de él.
-¿Está más satisfecho del poemario que saldrá en Huerga y Fierro, para primavera, «Poemas de la locura»?
-No lo llames poemario, llámalo libro. Y sí, lo estoy. Mucho más. Además, me llevarán para la feria, en junio. Me apetece ir a Madrid. Ahora, si lo piensas bien, no lo he escrito yo... ¡ha sido del hombre elefante!
-Bunbury y Carlos Ann, junto a José María Ponce y Carlos Galindo, acaban de publicar un libro-disco, en la editorial El Europeo, con sus poemas musicados e ilustraciones y fotografías, ¿le gusta el resultado?
-Oye, ese tal Ponce, era un director de cine porno, ¿no? Qué risa, ¡podía haberme ofrecido una peli!... La verdad es que me ha gustado. Está muy bien. Aunque yo sólo conozco a Bunbury. Vino a verme hace poco al manicomio, fuimos a comer, estuvimos mucho rato juntos. Es bonito lo que han hecho. Me gusta. Iré dentro de poco con él a Barcelona, a una presentación. Oye, ¡y Bunbury es guapísimo! Muy, muy guapo.
-¿Qué otras cosas está preparando?
-Irme de España, exiliarme a París. Si no lo consigo, me suicidaré. Aunque, bien pensado, estoy cometiendo un lento suicidio desde hace mucho tiempo... «Si me muero, dejad el balcón abierto», que diría Lorca.
-¿Qué tal se lleva con el resto de los internos del psiquiátrico?
-No me llevo; me defiendo de ellos, delirando y soñando. También escribiendo. Pero sabes, uno, el muy cabrón, tuvo envidia de mi gloria y me rompió la máquina de escribir con la que terminé el libro de Hiperión y el de Huerga. Ahora escribo en casa de mi amigo Félix.
(Hace una pausa entre su décima coca cola y su vigésimo pitillo. «Quiero dar un paseo». Accedo. Por el camino intento proseguir la entrevista pero él cae en un profundo autismo. «Vamos a parar un rato. Háblame tú, cuéntame cosas del mundillo editorial. Aquí no me entero de nada».)
-¿Qué quiere saber?
-¡Pues quién ha publicado, qué se cuece en Madrid...!
-Pues, por ejemplo, acaban de publicar: García Márquez, Marías, Trapiello... Atxaga lo hizo tras el verano. También se ha fallado el Premio Planeta que lo ha ganado Lucía Etxebarría...
-Me gusta como escribe Marías, es muy culto. Me gustaría que me enviara sus libros firmados; me haría mucha ilusión porque en el manicomio esas cosas se valoran mucho. También Trapiello, ha hecho algo sobre el Quijote, ¿no? Y Atxaga es un tipo estupendo, ¿sabes que iba a verme al manicomio de Mondragón? Era el único que iba. Los demás, ni se dignaron a llamarme, o a escribirme.... ¡nadie!
-Tampoco le llama o escribe Gimferrer, ¿no tienen ningún contacto?
-No. No sé nada de él desde hace siglos. Estará enfadado conmigo. Pero yo no sé qué he podido hacerle... Oye, ¿y el chileno ese que escribía tan bien?, murió ¿no?... Creo que estuvo detenido en el estadio de Santiago...
-¿Se refiere a Bolaño? Tengo entendido que volvió a Chile los primeros días del golpe y estuvo detenido. Unos policías, amigos de la infancia, le ayudaron a escapar. Y sí, murió. Ahora ha publicado un novelón póstumo, «2666».
-¡Me gustaría leerlo! ¿Tú puedes decirle a Herralde que me lo mande? Dale mi dirección. ¿Y Ferrero?, ¿murió?
-No. Ha publicado recientemente un poemario, «La noches rojas», y una novela sobre las Trece Rosas.
-Por favor, que me lo manden también, tú te encargas, ¿vale? Me gusta Ferrero. Te voy a enseñar ahora lo que estoy leyendo.
(Por fin veo el contenido de su bolsa roja. La despliega sobre la mesa y, uno a uno, me va mostrando, como si fueran cromos, su tesoro literario: «Poesía completa» de Claudio Rodríguez, «Poemas esenciales del simbolismo», «Diferencia y repetición» de Gilles Deleuze, «Fragmentos póstumos» de Nietzsche, «Lógica. La pregunta por la verdad», Heidegger... Los guarda canturreando «Perlas ensangrentadas», de Alaska y Dinarama)
-Oye, ¿Berlanga murió?
-Carlos Berlanga, sí.
-No, me refiero a Jorge. Jorge es muy amigo mío. Aunque hace mucho que no sé nada de él, es un amigo. Dile que me llame. También soy muy amigo de su padre. Su película «Todos a la cárcel» es una obra maestra.
-Me ha enseñado el libro de Claudio Rodríguez, ¿a qué otros poetas españoles lee?
-Yo no leo a mis contemporáneos, debería contestarte. Pero la verdad es que de los vivos me interesa Félix de Azúa, Antonio Colinas, sobre todo su libro «Sepulcro en Tarquinia». De Gimferrer lo que me gusta es «La muerte en Beverly Hills» y su poesía en catalán, lo demás es un poco cursi. También leo a Gamoneda, a Juan Gelman... Lo que no me gusta es leer a los jóvenes. Bueno, a Blanca Andreu sí la he leído. No me llevo bien con ella, pero me gusta. Pero lo que más me interesa en español es el barroco: Góngora, Quevedo no tanto. Juan de Jáuregui, los Argensola, el conde de Villamediana... Un poco Cernuda, unas gotas de Lorca, me gustan sobre todo los «Sonetos del amor oscuro», y nada «Poeta en Nueva York». Pero lo que de verdad me conmueve es la poesía norteamericana moderna (Allan Tate, Marianne Moore...), pero no la poesía beat (Ferlingetti y todos esos). No me gusta la poesía conversacional. Hay dos líneas en la poesía norteamericana: la que viene de Whitman, coloquial y prosaica, y la que viene de Poe, esteticista y perfecta. Ésta es la que me interesa a mí. Y de la que me siento heredero.
-Y ahora, hacia dónde cree que va la poesía?
-Después de Pound en poesía, como de Joyce en novela, se ha terminado la literatura y sólo queda un libro por interpretar: el Apocalipsis. Todo lenguaje es un sistema de citas. Toda escritura es palimpsesto.
-Sigue pensando que la poesía demuestra que la locura existe?
-Yo seré un monstruo, pero te juro que no estoy loco.
-He leído que de pequeño fue un niño autista...
-Sí, como Einstein, ¿no? Pensaba que el mundo había sido hecho para hacerme daño. A los cuatro años, como no sabía escribir, le dictaba los poemas a mi madre (porque lo cierto es que escribo desde que puedo recordar): «Y mi corazón temblaba / pero era un sueño / y fueron muriendo muchos soldados de la guardia del Rey / pero mi corazón seguía temblando». Eran poemas perfectos, como de Wallace Stevens. A Dámaso Alonso le gustaron mucho. Mis padres estaban aterrorizados. Pero hablar, no hablaba. ¿Y sabes por qué? Porque me avergüenza la desnudez, siempre me ha avergonzado... ¡Y hablar es desnudarse! Por eso no me comunicaba. Por eso, y porque intuía que si hablaba, mi padre notaría que era maricón.
-Sé que no le gusta, pero... ¿qué recuerdos guarda de su padre?
(Se levanta para ir al baño por novena vez. Vuelve con poco ánimo de responder a esta pregunta. Debo repetírsela tres veces antes de lograr que responda)
-Mi padre era Dios, era la fe (adopta un tono de beatitud). De pequeño, me arrodillaba para rezarle. Yo soy un poema de mi padre... (de modo brusco, da un golpe en la mesa) ¡Que en mala gloria esté!... Si tu supieras los palizones que me daba. No quiero hablar más de él, no quiero hablar de él.
-Y de sus hermanos, ¿podemos hablar de ellos?
(Vuelve a marcharse al baño. Cada vez que quiere eludir una pregunta, lo hace. O eructa. O pide otra coca-cola, por ver si elude aquello que no quiere responder... Cuando regresa, insisto.)
-Dicen que Michi murió sin atreverse a publicar en serio. Sólo hacía tímidos intentos, coqueteaba con el mundo editorial, escribía cuentos que guardaban sus amigos... ¿No cree que estaba abrumado por su genialidad?
-Sí. Leí sus cuentos en una revista. No me parecen ni buenos ni malos. (Hace una interminable pausa) Michi, que descanse en paz. Pero era un hijo de perra. Antes de morirse, vendió todo lo que había en la biblioteca de la familia. Auténticas joyas, como los libros de poesía provenzal.
-¿Y Juan Luis?
-Mi hermano Juan Luis es una mala persona, pero un buen poeta. Casi tan bueno como yo. Otro que no viene a verme... ¡Si me sigues hablando de mi familia me levanto y me voy!
-¿A qué tiene miedo, Leopoldo?
-A la soledad, muchísimo. Me aterra.
-Pero nunca está solo...
-Te equivocas. Lo estoy siempre; lo he estado desde que nací.
-¿Cuál fue la época en la que se sintió más acompañado, la etapa más feliz de su vida?
-La época más feliz de mi vida fue la de los novísimos, que ya sabes que eso fue un invento de Gimferrer. Los años en los que conocí a Gimferrer y a Ignacio Prat. Lo malo vino con un intento de suicidio. Estaba en una pensión de Barcelona y entró la señora de la casa, me vio con las pastillas al lado y me dijo: «¿Pero va usted a hacer lo mismo que Marilyn Monroe?». Me fui a la calle y en la puerta me encontraron en coma. Luego llegó todo el periplo de los manicomios, que me destruyeron más que el alcohol barato que bebía. Oye, ahora que lo pienso, ¿por qué no aceptaron a Terenci Moix en los novísimos? No me lo explico, porque en el fondo, aunque novelista, era un poeta.
-Y ahora, ¿qué le motiva, en qué cree?
-En la poesía técnicamente bien escrita. En la del propio Mallarmé, por ejemplo. Lo sigo leyendo a diario. Tengo varias ediciones de su obra.
Continuamos sentados. Yo hablando; callando, bebiendo y fumando, él. A medida que anochece, Leopoldo María Panero cae en un profundo autismo, tal vez a causa de la medicación o puede que se deba a un súbito hastío del que es imposible arrancarle. Llegado el momento de las despedidas, tras estamparme dos fríos besos, me sujeta fuerte del brazo para decirme –que es advertirme–:
-Quiero que termines con una cita de Yeats, que resume todo lo que hemos hablado: «¿Y qué? Dijo el fantasma de Platón... Muchos me preguntan que es la fama»
EL QUE ACECHA EN EL UMBRAL
a Inés Alcoba.
Si la beauté n’etait la mort
Toda belleza por el cadáver pasa
y se limpia en el río de la muerte, el Ganges
que a los inmortales conduce
toda mujer
se transfigura en la tumba y adorna
en el eterno peligro de la nada
así, querida
sabrás muriendo lo que es el Adorno
y te adorarán los pulgones y aplaudirán las ranas
de ellas compuesto el canto eterno de la nada
oh, tú, hermana
llena con tu cántico mi noche
de tu susurro delgada hermana
de tu sollozo
que la nada devora
Sabiendo así lo que es el Adorno
las chotacabras avisan su Llegada
LAMED WUFNIK
Yo soy un lamed wufnik
sin mí el universo es nada
las cabezas de los hombres
son como sucios pozos negros
yo soy un maed wufnik
sin mí el universo es nada
dios llora en mis hombros
el dolor del universo, las flechas
que le clavan los hombres
yo soy un lamed wufnik
sin mí el universo es nada
le conté un día a un árabe
oscuro, mientras dormía
esta historia de mi vida
y dijo “Tú eres un lamed wufnik”
sin ti Dios es pura nada
EL LOCO MIRANDO DESDE LA PUERTA DEL JARDÍN
Hombre normal que por un momento
cruzas tu vida con la del esperpento
has de saber que no fue por matar al pelícano
sino por nada por lo que yazgo aquí entre otros sepulcros
y que a nada sino al azar y a ninguna voluntad sagrada
de demonio o de dios debo mi ruina
DÉRISOIRES MARTYRS...
(STÉPHANE MALLARMÉ)
En el obscuro jardín del manicomio
Los locos maldicen a los hombres
Las ratas afloran a la Cloaca Superior
Buscando el beso de los Dementes.
Un loco tocado de la maldición del cielo
Canta humillado en una esquina
Sus canciones hablan de ángeles y cosas
Que cuestan la vida al ojo humano
La vida se pudre a sus pies como una rosa
Y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
Una Princesa.
Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
Y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa
Mañana morirá otro loco:
De la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
Sabrá mañana nada.
El loquero sabe el sabor de mi orina
Y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
Ello prueba que el destino de las ratas
Es semejante al destino de los hombres.
LA POESÍA ES EL DESTINO DE LA LÁGRIMA…
La poesía es el destino de la lágrima
como un vómito enredado a otro vómito
como el árbol del saber
como el silencio en que se halla la noche
buscando locamente lo que excede al ser
la nada en que me buscas
el desierto y la flor.
PATA DE MONO
De lo negro sale el poema
de los pozos del alma inconfesables.
Y la virgen acaricia la cruz
con dedos húmedos de excremento
y es como si un espectro terrible yaciera
aún entre mis dedos
que escriben la página.
LA CUÁDRUPLE FORMA DE LA NADA
Yo he sabido ver el misterio del verso
que es el misterio de lo que a sí mismo nombra
el anzuelo hecho de la nada
prometido al pez del tiempo
cuya boca sin dientes muestra el origen del poema
en la nada que flota antes de la palabra
y que es distinta a la nada que el poema canta
y también a esa nada en que expira el poema:
tres son pues las formas de la nada
parecidas a cerdos bailando en torno del poema
junto a la casa que el viento ha derrumbado
y ay del que dijo una es la nada
frente a la casa que el viento ha derrumbado:
porque los lobos persiguen el amanecer de las formas
ese amanecer que recuerda a la nada;
triple es la nada y triple es el poema
imaginación escrita y lectura
y páginas que caen alabando a la nada
la nada que no es vacío sino amplitud de palabras
peces shakespearianos que boquean en la playa
esperando allí entre las ruinas del mundo
al señor con yelmo y con espada
al señor sin fruto de la nada.
Testigo es su cadáver aquí donde boquea el poema
de que nada se ha escrito ni se escribió nunca
y ésta es la cuádruple forma de la nada.
ÉRASE UNA VEZ
Cuentan que la Bella Durmiente
nunca despertó de su sueño.
EL LOCO
He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.
EL LAMENTO DE JOSÉ DE ARIMATEA
No soporto la voz humana,
mujer, tapa los gritos del
mercado y que no vuelva
a nosotros la memoria del
hijo que nació de tu vientre.
No hay más corona de
espinas que los recuerdos
que se clavan en la carne
y hacen aullar como
aullaban
en el Gólgota los dos ladrones.
Mujer,
no te arrodilles más ante
tu hijo muerto.
Bésame en los labios
como nunca hiciste
y olvida el nombre
maldito de
Jesucristo.
Así arderá tu cuerpo
y del Sabbath quedará
tan sólo una lágrima
y tu aullido.
UNAS PALABRAS PARA PETER PAN
"No puedo ya ir contigo, Peter. He olvidado volar, y... Wendy se levantó y encendió la luz: él lanzó un grito de dolor..."
(James Matthew Barrie)
Pero conoceremos otras primaveras, cruzarán el cielo otros nombres -Jane, Margaret-. El desvío en la ruta, la visita a la Isla-Que-No-Existe, está previsto en el itinerario. Cruzarán el cielo otros nombres hasta ser llamados, uno tras otro, por la voz de la señora Darling (el barco pirata naufraga, Campanilla cae al suelo sin un grito, los Niños Extraviados vuelven el rostro a sus esposas o toman sus carteras de piel bajo el brazo, Billy el Tatuado saluda cortésmente, el señor Darling invita a todos ellos a tomar el té a las cinco). Las pieles de animales, el polvo mágico que necesitaba de la complicidad de un pensamiento, es puesto tras de la pizarra, en una habitación para ellos destinada en el n° 14 de una calle de Londres, en una habitación cuya luz ahora nadie enciende. Usted lleva razón, señor Darling, Peter Pan no existe, pero sí Wendy, Jane, Margaret y los Niños Extraviados. No hay nada detrás del espejo, tranquilícese, señor Darling, todo estaba previsto, todos ellos acudirán puntualmente a las cinco, nadie faltará a la mesa. Campanilla necesita a Wendy, las Sirenas a Jane, los Piratas a Margaret.
Peter Pan no existe. «Peter Pan, ¿no lo sabías? Mi nombre es Wendy Darling». El río dejó hace tiempo la verde llanura, pero sigue su curso. Conocer el Sur, las Islas, nos ayudará, nos servirá de algo al fin y al cabo, durante el resto de la semana.
Wendy, Wendy Darling. Deje ya de retorcerse el bigote, señor Darling, Peter Pan no es más que un nombre, un nombre más para pronunciar a solas, con voz queda, en la habitación a oscuras. Deje ya de retorcerse el bigote, todo quedará en unas lágrimas, en un sollozo apagado por la noche: todo está en orden, tranquilícese, señor Darling.
UN LOCO TOCADO DE LA MALDICIÓN DEL CIELO
Un loco tocado de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una princesa.
UN ASESINO EN LAS CALLES
No mataré ya más, porque los hombres sólo
son números y letras de mi agenda
e intervalos sin habla, descarga de los ojos
de vez en vez, cuando el sepulcro se abre
perdonando otra vez el pecado de la vida.
No mataré ya más las borrosas figuras
que esclavas de lo absurdo avanzan por la calle
agarradas al tiempo como a oscura certeza
sin salida o respuesta, como para la risa
tan sólo de los dioses, o la lágrima seca
de un sentido que no hay, y de unos ojos muertos
que el desierto atraviesan sin demandar ya nada
sin pedir ya más muertos ni más cruces al cielo
que aquello, oh Dios lo sabe, aquella sangre era
para jugar tan sólo.
SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO
Los hombres del Viet son tan hermosos cuando mueren.
El agua del río, lamiendo sus piernas, hacía más sexual
su ruina.
Luego vinieron las Grandes Lluvias, buscando
la vagina hambrienta de la selva, y todo lo borraron.
Quedó sólo en los labios la sed e la batalla, para nada,
como baba que cae de la boca sin cerebro.
Hoy
que en el lecho sin árboles ni hojas
con tu lengua deshojas el árbol de mi sexo
y cae toda la noche el semen como lluvia
y cae toda la noche el semen como lluvia, dime
besando suavemente el túnel de mi ano
cueva de la anaconda que aún me marca
los ritmos de la vida, qué era, qué es
qué es un cadáver.
REQUIEM
Yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
En la cena de los hombres quién sabe si mi nombre
algo aún será: ceniza en la mesa
o alimento para el vino.
Los bárbaros no miran a los ojos cuando hablan.
Como una mujer al fondo del recuerdo
yo soy un hombre muerto al que llaman Pertur.
PROYECTO DE UN BESO
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
Te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra.
Te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde.
Te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra.
Te mataré mañana cuando la luna salga,
y al salir de aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación.
Te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida.
Te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas.
Te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche.
Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.
PAVANE POUR UN ENFANT DÉFUNT
A mi tía Margot
Se diría que está aún en la balaustra del balcón
mirando a nadie, llorando,
Se diría que eres aún visto como siempre
que eres aún en la tierra un niño difunto.
Se diría, se arriesga
el poema por alguien
como un disparo de pistola,
en la noche, en la noche sembrada
de ojos desiertos, los ojos solos
de monstruos. Todos nosotros somos
niños muertos, clavados en la balaustra como por encanto,
como sólo saben esperar los muertos.
Se diría que has muerto y eres alguien por fin,
un retrato en la pared de los muertos,
un retrato de cumpleaños con velas para los muertos.
Pero a nadie le importan los niños, los muertos,
a nadie los niños que viajan solos por el país de los muertos,
y para qué, te dices, abrir los ojos al país de los ciegos,
abrir los ojos hoy,
mañana, para siempre. Era mejor Oeste, tierras vírgenes,
héroes en los ojos
de un cine desesperado, y los dioses que matan a los
hombres feroces,
los dioses más feroces que los hombres
los dioses crueles de la infancia, los dioses
de la inocente crueldad, pensabas que se alimentan de ciegos
y de quienes mendigan su ser en una picaresca sórdida,
si hombres hay, homicida. Pero aventura no hay, lo sabes,
más que por alguien, para alguien, como un poema,
como el riesgo de un vuelo en el aire sin tránsito. Y es por ello
por lo que no hay infancia en el país desierto. Por ello también
por lo que nadie podría jamás sospechar que conservas esa
belleza demente de la infancia, ese furor contra lo útil de tu cuerpo,
y esa mudez en los ojos, esa belleza
sólo vendible al cielo del suicidio, sólo a esos ojos: esa existencia.
Pero la vida sigue como el puente de Eliot,
como un puente de muertos o un flujo
de sombras que se cogen
de la mano ciega en el lodo para saber que están muertos y viven.
Esa vida de la que hablan
en el infierno, entre sí los muertos, los alucinados, los absurdos,
los orgullosos sonámbulos disputando con sangre
una certeza alucinante; es un fuerte dios pardo.
Una basta tragedia que hacen
por navidades, los viejecitos, los difuntos,
con personas de olvido, con máscaras y ritos de otros tiempos,
rótulos de neón y fuegos fatuos: así obra desde entonces,
desde entonces, esa raza
misteriosa que pasa a tu lado sin mirarte o mirarse,
desde entonces, desde el día primero
en que te asomaste con pánico a su delirio. Desde que viven, quizá,
desde que no hay tiempo sino destino y trazo
de vida invulnerable a la decisión de una mirada fuerte.
Quien es visto o quien cae en ese río sordo
es lo mismo, es un muerto
que se levanta día tras día para
mendigar la mirada.
Porque todos llevamos dentro un niño muerto, llorando,
que espera también esta mañana, esta tarde como siempre
festejar con los Otros, los invisibles, los lejanos
algún día por fin su cumpleaños.
PARIS SIN EL ESTEREOSCOPIO
recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba y echó a su hija de casa y se oían los gritos y luego él tiró sus muñecas al patio porque ella todavía conservaba sus muñecas y allí estuvieron entre toda aquella basura y las miramos que no se movían y ya no se oían los gritos hasta que se hizo de noche y luego el portero debió de recogerlas a la mañana siguiente algunas sin brazos las estuvimos mirando toda la tarde mientras iban perdiendo forma hasta que oscureció y no pudimos verlas y luego cuando me desperté a medianoche pensé «ya no queda nadie para vigilarlas»
ORA ET LABORA
Señor, largo tiempo llevo tus restos en el cuello y aún
en mi boca sola, y me arrodillo ante las tardes
y en rezo me evaporo,
como si fuera mi casa la ceniza.
Es
como si no existo, como si el rezo
pidiera a los dioses la limosna de mi nombre
ante la tarde entera.
Nunca supe lo que el cielo era:
quizá la tarde, tal vez
amar más que ninguno
a mi madre, la ceniza.
¡Oh espía!
De mi aparta tu ojo, hice un voto
haz secreta mi muerte.
NU(N)CA
Vi cuatro mujeres luchando por los senos de un muerto,
vi cuatro mujeres luchando solas, más tarde,
por la posesión del soplo
y disputando con sus uñas feroces por el Abel Garmín que
abandonaba feliz aquellos huesos.
Hay cuatro mujeres que robaron mi fetidez sensible
y mi podredumbre en el cadáver que aún respiraba
lentamente dejando
salir de allí mi alma con su pedo.
Y esos cuatro seres aguardan ahora el resto
sanguinolento de mi espíritu
y habito para siempre en la carnicería de sus bocas
y día a día bajo del nido de sus nalgas
para saber entero en lo insensible del tiempo
cuál era el sentido que no aprendí del cielo
como cae debajo la palabra nunca.
NECROFILIA
(prosa)
El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato.
En la cama, en su terror gozoso, se trata de borrar
el alma del que está,
hombre o mujer,
debajo.
Por eso no miramos.
Eyacular es ensuciar el cuerpo
y penetrar es humillar con la
verga la
erección de otro yo.
Borrar o ser borrados, tando da, pero
en un instante, irse
dejarlo
una vez más
entre sus labios.
MUTIS
Era más romántico quizá cuando
arañaba la piedra
y decía por ejemplo, cantando
desde la sombra a las sombras,
asombrado de mi propio silencio,
por ejemplo: "hay
que arar el invierno
y hay surcos, y hombres en la nieve"
Hoy las arañas me hacen cálidas señas desde
las esquinas de mi cuarto, y la luz titubea,
y empiezo a dudar que sea cierta
la inmensa tragedia
de la literatura.
MARQUÉS DE SADE
Murió en Sicilia, a la edad de veintisiete años
un nombre y la apariencia de un cuerpo
(sin alma en el cuerpo moría en juego rojo
espuma por la boca, húmedos sonidos
y una calavera presa entre las sábanas
el tema punzante resistiendo a la palabra
y expresado como silencio, como vacío en el texto
hinchazones, crepúsculos sobre la cama
mientras se desvanece el falo en una embriaguez de plomo.
LA POESÍA DESTRUYE AL HOMBRE...
La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruido por la poesía.
LA MALDAD NACE DE LA SUPRESIÓN HIPÓCRITA DEL GOZO
Una cucaracha recorre el jardín húmedo
de mi chambre y circula por entre las botellas
vacías:
la miro a los ojos y veo tus dos ojos
azules, madre mía.
Y cantas, cantas por las noches parecida a la locura,
velas
con tu maldición para que no me caiga dormido,
para que no me olvide
y esté despierto para siempre frente a tus
dos ojos
azules, madre mía.
LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPI
(Canción pirata)
Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
- ginebra y cerveza, por ejemplo -
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de poker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en "Dulce pájaro de juventud"
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre "Le livre des masques" de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
LA ALUCINACIÓN DE UNA MANO, O LA ESPERANZA PÓSTUMA Y ABSURDA EN LA CARIDAD DE LA NOCHE
A Isa-belle Bonet
«Todo el bienestar del mundo
lo encuentro en Suleika
cuando la achucho un poco
me siento digno de mí mismo;
si me dejara -perdería los ojos.»
(Goethe)
Una mujer se acercó a mí y en sus ojos
vi todos mis amores derruidos
y me asombró que alguien amase aún el cadáver,
alguien como esa mujer cuyo susurro
repetía en la noche el eco de todos mis amores aplastados
y me asombró que alguien lamiese en las costras todavía
tercamente la sustancia que fue oro,
aquello que el tiempo purificó en nada.
Y la vi como quien ve sin creerla
en el desierto la sombra de un agua,
la amé sin atreverme a creerlo.
Y la ofrecí entonces mi cerebro desnudo,
obsceno como un sapo, obsceno como la vida,
como la paz que para nada sirve
animándola a que día tras día lo tocase
suavemente con su lengua repitiendo
así una ceremonia cuyo sentido único
es que olvidarlo es sagrado.
INFIERNO Y PARAÍSO
«allá estará también la castañera
de ocho pares,
y el humo de los céntimos, y el vaho en los bolsillos»
(Leopoldo Panero)
Pero no sólo los mendigos, padre, van al paraíso
van también aquellos que aun más asco dan
también estos mendigos del ser que acezan
a la puerta del manicomio
esas caricaturas humanas, tal como esta
que Alicia se piensa en el
jardín no
humano de las flores
y quisiera destruir el universo
porque si hay algún monstruo, éste es la desgracia
y la única injusticia que existe es la injusticia evidente
y si hay alguna moral, ésta es la moral del desastre.
HEMBRA
Hembra que entre mis muslos callabas
de todos los favores que pude prometerte
te debo la locura.
HAY RESTOS DE MI FIGURA Y LADRA UN PERRO...
Hay restos de mi figura y ladra un perro.
Me estremece el espejo: la persona, la máscara
es ya máscara de nada.
Como un yelmo en la noche antigua
una armadura sin nadie
así es mi yo un andrajo al que viste un nombre.
Dime ahora, payo al que llaman España
si ha valido la pena destruirme
bañando con tu inmundo esperma mi figura.
Tus ángeles orinan sobre mí.
San Pedro y San Rafael
en una esquina comentan
mientras avanzo borracho
sobre esa piedra, payo,
que llaman España.
GLOSA A UN EPITAFIO
(carta al padre)
«And fish to catch regeneration»
(Samuel Butler)
Solos tú y yo, e irremediablemente
unidos por la muerte: torturados aún por
fantasmas que dejamos con torpeza
arañarnos el cuerpo y luchar por los despojos
del sudario, pero ambos muertos, y seguros
de nuestra muerte; dejando al espectro proseguir en vano
con el turbio negocio de los datos: mudo,
el cuerpo, ese impostor en el retrato, y los dos siguiendo
ese otro juego del alma que ya a nada responde,
que lucha con su sombra en el espejo-solos,
caídos frente a él y viendo
detrás del cristal la vida como lluvia, tras del cristal asombrados
por los demás, por aquellos-Vous etes combien? que nos sobreviven
y dicen conocernos, y nos llaman
por nuestro nombre grotesco, ¡ah el sórdido, el
viscoso templo de lo humano! Y sin embargo
solos los dos, y unidos por el frío
que apenas roza brillante envoltura
solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra, solos los dos, y amándonos
sobre el lecho de la pausa, como se aman los muertos
«amó», dijiste, autorizado por la muerte
porque sabías de ti como de una tercera persona
bebió dijiste, porque Dios estaba (Pound dixit)
en tu vaso de whiski
amo bebió, dijiste, pero ahora espera
¿espera? y en efecto la resurrección
desde un cristal inválido te avisa
que con armas nuestra muerte florece
para ti que sólo
sabías de la muerte. Aquí
¿debajo o por encima?
de esta piedra
tú que doraste la sobrenatural dureza y el
dolor sobrenatural de los edificios desnudos
¿en qué perspectiva
-dime- acoger la muerte?
en la mesa de disección
tú que danzaste
enloquecido en la plaza desierta
tropezando
hiriéndote las manos en el trapecio del silencio
en pie contra las hojas muertas que
se adherían a tu cuerpo, y contra la hiedra que tapaba
obsesivamente tu boca hinchada de borracho,
danzas, danzaste
sin espacio, caído, pero
no quiero errar en la mitología
de ese nombre del padre que a todos nos falta,
porque somos tan sólo hermanos de una invasión de lo imposible
y tus pasos repiten el eco de los míos en un largo
corredor donde
retrocedo infatigable, sin
jamás moverme
¡ah los hermanos, los hermanos invisibles que florecen,
en el Terror! ¡Ah los hermanos, los hermanos que se defienden
inútilmente de la luz del mundo con las manos,
que se guardan del mundo por el Miedo, y cultivan en la sombra
de su huerto nefasto la amenaza de lo eterno, en
el ruin mundo de los vivos! ¡Ah los hermanos,
Y el ave,
el ave que vuela sobre el mundo en llamas, diciendo sólo
a los mortales que se agitan debajo, diciendo
sólo: ABISMO, ABISMO!
Abismo, sí, tibia guarida
de nuestro amor de hermanos, padre.
¡Pero tan solos!
¡Tan solos! Fantasmas que hace visible la hiedra
-como hiedramerlín como niñadecabezacortada como
mujermurciélago la niña que ya es árbol-
crecen hojas
en la foto, y un florecer te arranca
de los labios caníbales de nuestra madre Muerte, madre
de nuestro rezo
florecen los muertos florecen
unidos acaso por el sudor helado
muerto de muchas cabezas hambrientas de los vivos
te esperamos ave, ave nacida
de la cabeza que explotó al crepúsculo
ave dibujada en la piedra y llena
de lo posible de la dulzura, de su sabor
ajeno que es más que la vida, de su crueldad
que es más que la vida
¡ira
de la piedra, ira que a la realidad insulta,
que apalea
a la cabaña torpe de la mentira con verbos
que no son, resplandecen, ira
suprema de lo mudo!
(te esperamos
en la delgada orilla de lo que cae, en el prado
nocturno que atraviesan lentos
los elefantes
percibís el frío
la
conspiración de las algas,
gelatina, escamas, mano
que sobresale de la tumba
manos que surgen de la tierra como tallos
surcos arados por la muerte,
cabezas de ahorcados que echan flor:
decapitados que dialogan
a la luz decreciente de las velas,
¡oh quién nos traerá la rima
la música, el sonido que rompa la campana
de la asfixia, y el cristal borroso
de lo posible, la música del beso!
De ese beso, final, padre, en
que
desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú mi amada
EVE
(Vida y mujer en hebreo, y en inglés, víspera)
A Mercedes,
por el hilo que la une al secreto
Porque hiciste mi gesto eterno supe
que eras la muerte: porque ella sólo podía
amarme si no había
hombres para mí, vivos:
sólo ella podía amarme:
y supe también que tú eras
la muerte, y que me amabas.
El rostro de la Humanidad era
para mí el de nadie: como para ella,
como para ti: eres negra y no quieres
nada de lo que vive y no sabe
hasta morir que te desea.
Y vi a través de ti, cómo surgían
y surgen cabezas de la tierra helada:
cabezas, yelmos, corazas, espadas
es el fruto que cosecha la tierra en este a ño
que tanto recuerda al Último, al siguiente,
y me amaste porque yo lo veía, porque
veía crecer ya en el huerto el fruto
monstruoso que incorporaba en sí
todo dolor e injusticia y desastre
y me dijiste: «He aquí mi primer hijo
yo que nada sabía del ridículo gesto
de nacer» y agregaste:
«Este reirá de todo,
y lo encenagará todo con
el veneno de su risa mortal:
cuando no haya nadie
que recuerde cómo se reía, este reirá»
Y te reíste de mí, como mi madre
al ver que yo había nacido de ella.
Tan inmenso
era el frío en las ciudades
que algunos sabían que no era locura
ni es, creer que caerán sobre mí
o seré yo el que caiga al morir sobre tu cuerpo.
Pero en el frío crecían
seguían creciendo -la peor de las alfombras de césped
los huesos y la carne de los soldados
que crecían sobre la tierra helada. Y me dijiste
«ellos no tendrán miedo, porque están
muertos, lo mismo que tú que me amas,
a mí que soy negra
como la vida e hice una piedra de tu gesto»
Y los muertos brotaban sobre la tierra húmeda
-cabezas, yelmos, corazas y espadas
porque la Muerte se había hecho vida.
Y pregunté
-te pregunté entonces-: «Será mi alma buen
alimento para perros?»
Y contestaste: «no esperes
que ella sirva para otra cosa: aquella
fue creada
y pensada lo mismo que tu cuerpo y huesos para
nutrición de los perros finales -lo mismo
que tu palabra. «Y ¿nada he de esperar?» «Nada»
Y vi como espadas y corazas y yelmos
surgían sobre el campo más yermo.
Y me olvidé.
EL ÚLTIMO ESPEJO
Inspirado en una pesadilla
que tuvo por nombre «Marava Domínguez Torán»
Todo aquel que atraviesa el corredor del Miedo
llega fatalmente al Último Espejo
donde una mujer abrazada a tu esqueleto nos muestra
cara a cara el infierno de los ojos sellados
de los ojos cerrados para siempre como en una máscara
de muerta representando en el más allá el teatro último:
así miré yo a los ojos que borraron mi alma
así he mirado yo un día que no existe en el Último Espejo
EL NOI DEL SUCRE
Tengo un idiota dentro de mí, que llora,
que llora y que no sabe, y mira
sólo la luz, la luz que no sabe.
Tengo al niño, al niño bobo, como parado
en Dios, en un dios que no sabe
sino amar y llorar, llorar por las noches
por los niños, por los niños de falo
dulce, y suave de tocar, como la noche.
Tengo a un idiota de pie sobre una plaza
mirando y dejándose mirar, dejándose
violar por el alud de las miradas de otros, y
llorando, llorando frágilmente por la luz.
Tengo a un niño solo entre muchos, as
a beaten dog beneath the hail, bajo la lluvia, bajo
el terror de la lluvia que llora, y llora,
hoy por todos, mientras
el sol se oculta para dejar matar, y viene
a la noche de todos el niño asesino
a llorar de no se sabe por qué, de no saber hacerlo
de no saber sino tan sólo ahora
por qué y cómo matar, bajo la lluvia entera,
con el rostro perdido y el cabello demente
hambrientos, llenos de sed, de ganas
de aire, de soplar globos como antes era, fue
la vida un día antes
de que allí en la alcoba de
los padres perdiéramos la luz.
EL LOCO AL QUE LLAMAN REY
Bufón soy y mimo al hombre en esta escalera cerrada
con peces muertos en sus peldaños
y una sirena ahogada en mi mano que enseño
mudo a los viandantes pidiendo
como el poeta limosna
mano de la asfixia que acaricia tu mano
en el umbral que me une al hombre
que pasa a la distancia de un corcel
y cándido sella el pacto
sin saber que naufraga en la página virgen
en el vértice de la línea, en la nada
cuel de la rosa demacrada donde
no estoy yo ni está el hombre.
EL LAMENTO DEL VAMPIRO
Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.
EL CIRCO
Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.
Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.
DIARIO DE UN SEDUCTOR
No es tu sexo lo que en tu sexo busco
si no ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.
DEDICATORIA
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
CUANDO CANSADO DESDE EL LECHO...
Cuando cansado desde el lecho, me
levanto a mirarte,
Juvencio, y otra vez
el cansancio reencuentro
de nuevo pienso en Cieno que los ojos de semen
sin cansarse cegaba; y cuando una vez solo
miro vacía la cama
como siempre lo estuvo
recuerdo
el látigo aun, con la última fuerza.
BLANCANIEVES SE DESPIDE DE LOS SIETE ENANOS
Prometo escribiros, pañuelos que se pierden en el horizonte, risas que palidecen, rostros que caen sin peso sobre la hierba húmeda, donde las arañas tejen ahora sus azules telas. En la casa del bosque crujen, de noche, las viejas maderas, el viento agita raídos cortinajes, entra sólo la luna a través de las grietas. Los espejos silenciosos, ahora, qué grotescos, envenenados peines, manzanas, maleficios, qué olor a cerrado, ahora, qué grotescos.
Os echaré de menos, nunca os olvidaré. Pañuelos que se pierden en el horizonte. A lo lejos se oyen golpes secos, uno tras otro los árboles se derrumban. Está en venta el jardín de los cerezos.
ARS MAGNA
Qué es la magia, preguntas
en una habitación a oscuras.
Qué es la nada, preguntas,
saliendo de la habitación.
Y qué es un hombre saliendo de la nada
y volviendo solo a la habitación.
AMANECER SOBRE LA TUMBA
En la playa de la noche
mostraba mis ojos a las sirenas
que jugaban impunemente con mi pene
con el falo que en el lecho maloliente
deshacen los sueños y cae la piedra
del pensamiento al suelo.
A CLAUDIO RODRÍGUEZ
A Claudio Rodríguez, recordando el día en que, con un cigarrillo temblándole en los labios, me dijo, en el Drugstore de Fuencarral, «a esta gente hay que ganarla».
Aun cuando tejí mi armadura de acero
el terror en mis ojos muertos.
Aun cuando con mano blanca y nula
hice de silencio tus orines
y la nieve cae aún sobre mi cuerpo
pese a ello se impone un silencio aún más hondo
a los clavos que habían horadado mi cráneo:
aun cuando sean huesos quizá lo que no tiembla
aun cuando el musgo concluye mi pecho
el terror remueve las cuencas vacías.
20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO
Como un hilo o aguja que casi no se siente
como un débil cristal herido por el fuego
como un lago en que ahora es dulce sumergirse
oh esta paz que de pronto cruza mis dientes
este abrazo de las profundidades
luz lejana que me llega a través de la inmensa lonja de la catedral desierta
quién pudiera quebrar estos barrotes como espigas
dejad me descansar en este silencioso rostro que nada exige
dejadme esperar el iceberg que cruza callado el mar sin luna
dejad que mi beso resbale sobre su cuerpo helado
cuando alcance la orilla en que sólo la espera es posible
oh dejadme besar este humo que se deshace
este mundo que me acoge sin preguntarme nada este
mundo de titíes disecados
morir en brazos de la niebla
morir sí, aquí, donde todo es nieve o silencio
que mi pecho ardiente expire tras de un beso a lo que es sólo aire
más allá el viento es una guitarra poderosa pero él no nos llama
dejadme entonces besar este astro apagado traspasar el espejo
y llegar así adonde ni siquiera el suspiro es posible
donde sólo unos labios inmóviles ya no dicen o sueñan
y recorrer así este inmenso Museo de Cera deteniéndome por ejemplo en las plumas recién nacidas
o en el instante en que la luz deslumbra a la crisálida
y algo más tarde la luna y los susurros
y examinar después los labios que fulgen
cuando dos cuerpos se unen formando una estrella
y cerrar por fin los ojos cuando la mariposa próxima a caer sobre la
tierra sorda quiere en vano volver sus alas hacia lo verde
que ahora la desconoce
[
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10 comentarios
Buen post Paco!!
si lo vas a imprimir, si quieres te lo paso el archivo en formato word... así puedes reducir un poco el tamaño de los caracteres para que te ocupe menos hojas... si es que todavía tengo el archivo word...
gracias por pasar...
En el obscuro jardín del manicomio
Los locos maldicen a los hombres
Las ratas afloran a la Cloaca Superior
Buscando el beso de los Dementes.
Un loco tocado de la maldición del cielo
Canta humillado en una esquina
Sus canciones hablan de ángeles y cosas
Que cuestan la vida al ojo humano
La vida se pudre a sus pies como una rosa
Y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
Una Princesa.
Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
Y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa
Mañana morirá otro loco:
De la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
Sabrá mañana nada.
El loquero sabe el sabor de mi orina
Y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
Ello prueba que el destino de las ratas
Es semejante al destino de los hombres.
su padre más que premio nacional; fue medio declarado poeta nacional del franquismo...
y su hermano Juan Luis también es poeta... y muy cínico el cabronazo...
en cuanto a la locura (o no) de Panero, estoy en parte de acuerdo; muchas veces Leopoldo juega a estar loco... y, fuera de los siquiátricos, tampoco tiene muchos sitios donde ir... su hermano Juan Luis lo ignora completamente y su otro hermano Michi (que es un personaje adorable, y que al final tampoco le aguantaba mucho) ya murió...
aunque en entrevistas recientes a Leopoldo lo he visto bastante jodido...
si te interesa la historia de la famila Panero te recomiendo que pases por el post donde subí los dos documentales que tratan el tema... El Desencanto de Jaime Chavarri y Despues de tantos años de Ricardo Franco.... a mi modesto modo de ver merecen realmente la pena...
http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/11207061/La-familia-Panero---documentales.html
gracias por pasar chic@s...
La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruido por la poesía.
Genial poeta, muchas gracias por compartir
cuando monté el post tuve la idea de subir entrevistas más o menos recientes en video, pero descarté la idea porque los entrevistadores "profesionales", que sacan entrevistas en video, parece que se burlan de él, y me pareció sucio; lo único que puede dignificar al autor es su propia obra, por tanto eso es lo que dejé aquí...
gracias por pasar...
Gracias! pero no hay drama... demasiado que lo subiste, ahora lo imprimo.